lunes, 1 de junio de 2009

Tesis sobre los muertos en el franquismo

28.9.07Tesis 1975: los últimos asesinados por el franquismo Con la exactitud de un teorema matemático, los cinco asesinatos perpetrados en Madrid, Burgos y Barcelona por cuadrillas de voluntarios uniformados, la mañana del 27 de septiembre de 1975, demostraron, entre otras cosas y a la vista de su gestación y consecuencias posteriores, que toda solución autoritaria a la dictadura franquista era inviable.Todo el franquismo, en especial sus sectores económicos, eclesiásticos y militares (con alguna excepción marginal e inoperante) lo sabían mucho antes de que se consumasen los asesinatos citados. Tales crímenes, aparte de saciar la sed de sangre de los cuerpos represivos de la dictadura, tenían objetivos de mayor alcance. Estaban dirigidos contra los sectores revolucionarios del anti-franquismo y sus apoyos sociales, no en vista a preservar el régimen que todos sabían habría de cambiar a corto plazo, sino en vista a proteger su futuro inmediato, la salida monárquica al mismo, salida que llevaba años fraguándose y negociándose con los sectores pactistas de la oposición extramuros, el PCE, el PSOE y los partidos nacionalistas periféricos. El franquismo necesitaba un cambio, una transición más o menos democrática, con, al menos, igual urgencia de lo que pudieran necesitarla las fuerzas anti-franquistas.En las ambiciosas filas (ambiciones políticas y económicas) de tal pactismo (asentadas socialmente en la aristocracia obrera y las clases medias urbanas y profesionales nacidas al calor del desarrollismo de los sesenta) se sabía todo lo anterior, ellos mismos eran coautores del invento y estaban a punto de entrar a formar parte del club de los dueños del país.Todo ello, no obstante, no fue óbice, más bien todo lo contrario, para que sus dirigentes y cuadros enarbolasen el espantajo de la involución y la posibilidad de una solución continuista para mejor refrenar y atemorizar al conjunto de los pueblos de España, ya que un pueblo atemorizado es más fácil de conducir a las metas apetecidas por sus dominadores.Maniobras para sembrar el terror y forzar la aceptación mayoritaria de la solución monárquica, sostenida y apadrinada por la conjunción franquismo-oposición pactista, fueron las matanzas de manifestantes que durante años ensangrentaron las calles de las principales ciudades españolas y, sobre todo, vascas, la matanza de Atocha (aviso a determinados sectores del PCE) y, guinda del pastel, la gran farsa del intento golpista más cateto que vieron los tiempos, el 23-F de 1981, acompañada oportunamente de la comparecencia televisiva del jefe supremo de los Ejércitos españoles, el Rey Juan Carlos I, debidamente uniformado; momento culminante de su aceptación por cojones por parte de la mayoría del pueblo español.
- ¡Eh!, Bruno, ¿me he pasado?- No sé, me parece que sí.- ¿De veras?- Mira Kevin, es que tú no sabes lo que fue el franquismo.- Hombre, pero ahora…- Precisamente…- Si quieres lo borro, tu tienes la última palabra.- No sé, no sé,…- Total, lo van a leer cuatro…- En eso tienes razón, pero ya sabes eso de la cantidad y la calidad. Además, los cuatro amigos son los que cuentan.- No te me pongas hegeliano… Por cierto ¿digo algo de la manifestación fascista del uno de octubre del 75, para celebrar la sangre, en la Plaza de Oriente de Madrid…?- Hombre, no creo que sea necesario.- Allí estuvo Juan Carlos, a la sombra del Caudillo. Y por ahí circula todavía la foto que lo testimonia. Así le llamaban ¿verdad? Caudillo…- Visto a distancia, creo que la lectura de la foto de marras es otra. En realidad, Franco, regente dictatorial y vitalicio, prestaba su último servicio a la monarquía, tras sus exitosos esfuerzos por restaurarla o instaurarla como le gustaba decir a él y a una legión de políticos y periodistas que le obedecían. Acababa de hacerle el gran trabajo sucio, acababa de señalar quienes serían los perseguidos con él o sin él, es decir, los que no aceptasen a aquél hombre que estaba a su lado y al que tantos esfuerzos había dedicado. Los asesinados por las fuerzas para-policiales y policiales de la transición, a los que has hecho alusión, no fueron sino la prolongación de los asesinatos del 27 de septiembre del 75 y con el mismo objetivo, asolar el campo de los enemigos de la monarquía.- Ahora eres tu el que se ha pasado, Bruno. Según eso, los últimos asesinatos perpetrados por los tribunales militares, antes de la muerte de Franco, fueron, por así decirlo, en un doblete de intencionalidad política muy precisa, los primeros de la monarquía…- De alguna manera...- ¿De cuál?- ¿No estaba Juan Carlos, el príncipe heredero de Franco, en el balcón presidencial de la celebración, aceptando simbólicamente el favor? No lo puso allí el fotógrafo. (Del libro de Manuel Blanco Chivite De bar en bar hasta llegar al mar, Ed. VOSA SL, 2006)

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